El arbitraje en coaching o en terapia es el proceso de resolución de un conflicto entre dos partes con la ayuda o mediación de un tercero que en este caso es el terapeuta o el coach.
¿Por qué el arbitraje entre dos personas es un proceso que hay que llevar hasta el final?
Respondiendo de forma corta a una pregunta muy larga, se puede decir que cuando se empieza un arbitraje abrimos “la Caja de Pandora”, con todos los hábitos mentales y emocionales que tenemos adentro y que están afectando nuestra relación con nosotros mismos y con esa otra persona con la que tenemos un problema. Hay que encontrar lo que desarmoniza, traerlo a la conciencia y después trabajarlo hasta que todos esos hábitos hayan sido sustituidos por los que favorecen la relación. Si después de haber expuesto los problemas no se trabajan hasta que estén resueltos, lo único que habremos conseguido es darle armas más fuertes y lustrosas al ego para que ataque al otro y nos mantenga a nosotros en modo de supervivencia, es decir, eso que todos conocemos como “estar a la defensiva”, y justificar dentro de nuestra cabeza la injusticia de la creemos que somos objeto. Esta es una situación nefasta para la paz que todos buscamos.
Trabajarlo hasta el final quiere decir que se le ha quitado la carga emocional negativa a los eventos del pasado y se han establecido las nuevas bases para la nueva relación desde el respeto mutuo y la aceptación del otro.
Es muy importante entonces antes de comenzar un arbitraje entre dos personas, que además del deseo de comenzarlo, puedan establecer el compromiso de continuarlo hasta que se haya sanado el conflicto de verdad.
El ego se va a resistir al cambio y va a poner trabas para que abandones. Sus mecanismos de defensa pueden hacer que de pronto te enfermes a la hora de la cita o que se enferme alguien de quien eres responsable, que de pronto tengas una reunión de esas a última hora de las que no puedes cancelar, que se te estropee el coche, que te empieces a poner incómodo con el terapeuta y que no lo dejes guiarte en el proceso, que tus juicios sobre tu relación se pongan más fuertes, y un largo etcétera porque así como “cada persona es un mundo”, cada ego también lo es.
Ahí es donde no hay que negociar con él, con el ego, y recordar que un arbitraje no se hace para tener la razón ni probar nuestra supremacía sobre el otro. Hay que recordar que el objetivo del arbitraje, es y siempre será, la decisión consciente que tomas de hacer la paz contigo mismo, con la otra persona y que la relación sea armónica y fluida. Tienes que recordar en todo momento que esa fue la elección consciente que tú mismo hiciste.
Esto aplica para cualquier proceso de sanación profundo al que nos sometamos pero en el arbitraje puede ser más complejo porque hay más personalidades implicadas.
A veces no es posible hacer el arbitraje porque la otra persona se niega o ya no está. Entonces, se hace otro proceso de Coaching que explicaré en otro momento.
Biológicamente no estamos constituidos para funcionar desde el conflicto de forma permanente, entonces, tener problemas sostenidos en el tiempo y cosas sin resolver, nos drena la energía (porque se la entregamos a esos pensamientos negativos) y nos merma la creatividad y la salud. En dependencia de la gravedad del asunto, nos puede llegar a producir hasta una depresión si no resolvemos los famosos asuntos pendientes.
Por favor, por tu bien y el de todos, si estás atravesando por una situación en la que sigues penando por las cosas que tienes sin resolver, no lo dejes, no lo alargues, y no esperes a tener un problema de salud. Encuentra ayuda y déjate ayudar. Te mereces ser feliz, y la felicidad empieza por la paz.
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¡Feliz Vida!
Nayví Barbeito Cardoso
4 de Junio del 2018